Hoy conmemoramos el Día del Trabajador. Las alumnas Mariana Bosso, Rita Grizzuti, Leila Iruzun y Camila Scarpino (de 2da liceo) fueron las encargadas del acto, coordinadas por la profesora Beatriz Garrido. Aquí, compartimos el discurso que Leila preparó especialmente para la fecha:
El
1º
de
mayo
se
conmemora,
en
todo
el
mundo,
el
Día
del
Trabajador,
que
recuerda
a
los
obreros
ejecutados
en
1887
tras
el
reclamo
de
reivindicaciones
laborales.
Algunos
se
preguntarán,
¿cómo
comenzó
esta
protesta?
Mayo
es
un
mes
marcado
por
una
historia,
una
tradición
de
lucha
que
arrancó
un
1°
de
mayo
de
1886,
allá
en
Chicago,
cuando
un
grupo
de
trabajadores
organizó
una
movilización
popular
en
reclamo
de
la
jornada
de
8
horas
en
una
época
en
que
lo
habitual
era
trabajar
entre
12
y
16
horas
por
día.
El
Estado
respondió
brutalmente
y,
fraguando
un
atentado,
encarceló
a
un
grupo
de
militantes
populares
en
los
que
intentó
hacer
escarmentar
a
toda
la
clase
trabajadora
de
los
Estados
Unidos
y
por
qué
no,
de
todo
el
mundo.
Luego,
se
les
determinó
a
los
diversos
dirigentes
de
esta
movilización,
diferentes
condenas
(cadena
perpetua
o
la
horca).
Uno
de
ellos,
frente
al
tribunal,
pronunció
la
memorable
y
muy
cierta
frase:
“Cuatro
horas
de
trabajo
por
día
serían
suficientes
para
producir
todo
lo
necesario
para
una
vida
confortable,
con
arreglo
a
las
estadísticas.
Sobraría,
pues,
tiempo
para
dedicarse
a
las
ciencias
y
el
arte”.
Afirmación,
sin
duda,
destacable
y
que
muestra
cómo
ellos
no
tenían
tiempo
siquiera
de
vivir
fuera
de
lo
que
era
el
ámbito
laboral. Pasaron
muchos años de aquellos crímenes de Chicago y siguieron las
protestas, sacrificios y sacrificados para obtener algo que debería
haber sido desde siempre suyo: sus derechos. Los obreros de todo el
mundo eligieron el 1° de mayo como jornada de lucha, por sus
derechos, en recuerdo de sus compañeros, y en ratificación de su
condición de ciudadanos libres, con todo lo que esto incluye, según
decían las propias constituciones burguesas que regían la mayoría
de los Estados modernos. La lucha logró así, la reducción de la
jornada laboral, las leyes sociales y la dignificación del
trabajador.
Pero
esto aún no termina…
En
nuestro
país,
un
incendio,
un
“accidente”
en
un
taller
textil,
puso
a
la
vista
de
una
sociedad
que
tiene
una
cierta
tendencia
a
mirar
para
otro
lado
que
hay
esclavos
en
el
siglo
XXI,
y
los
hay
acá,
en
Argentina.
Trabajadores
esclavos,
sin
derechos
pero
con
muchas
obligaciones.
En
nuestro
país,
cada
1°
de
mayo
nuestros
trabajadores
tomaron
–y
en
ocasiones
algunos
aún
siguen
haciéndolo–
las
calles
desafiando
al
poder,
recordándole
que
existen
y
no
se
resignarán
a
ser
una
parte
del
engranaje
productivo,
es
decir,
simples
peones
u
objetos.
Es
por
eso
que
esta
lucha
aún
no
finaliza,
sigue
y
seguirá,
es
nuestro
deber
como
trabajadores
o
potenciales
trabajadores,
luchar
para
que
esto
acabe,
no
cerrar
los
ojos, ni mirar
hacia
otro
lado
nunca,
no
menospreciar
jamás
el
esfuerzo
que
hicieron
nuestros
antepasados
para
que
hoy
tengamos
todo
lo
que
tenemos.
Todo
fue
sangre
y
esfuerzo,
y
merece
ser
debidamente
valorado.
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